Autobiografía

"Es importante que cada uno tenga una afición relajante para el espíritu y placentera. Cultivar la lectura, el deporte, teatro, baile, canto,..Tomar con cariño y proponerse un aliciente, algo que guste de verdad, descubrirlo.
Soy aficionada a la pintura desde siempre. Modo de llegar, fortuito: regalo de maletín de pintura con todo lo necesario, incluido un caballete metálico portátil, de tía al verme dibujar en el colegio con ahínco. No lo utilicé hasta los 12 años. Comienzo con María Jesús Margón, edificio viejo, con encanto, muy cerquita de mi casa y sin ascensor. Olor a pintura y a aguarrás, olor fuerte, ya sé que tóxico pero no desagradable. Varias salas, con gente mayor, gente joven y niños. Me llamó atención la gente con batas blancas llenas de manchas de colores. Los caballetes de madera llenos también de pintura. La luminosidad de las habitaciones. La sala de los niños llena de blocs de dibujo y dibujos colgados por las paredes. Además dos chicos al llegar me sonrieron y me invitaron a quedarme y yo supe que aquella iba a ser una experiencia inolvidable ,como de hecho lo fue. 
Ambiente encantador por lo que comencé a ir a clase 3 días por semana, 2 horas cada día. Al salir del colegio, el colegio de la Asunción al que iba por las tardes de 15:30 a 17:30, iba a clases de pintura en horario de 18:00 a 20:00. Los mejores días eran los viernes porque siempre me quedaba hasta la hora que cerraba las salas mi profesora y yo me sentía genial concentrada hasta el último momento, con las salas medio vacías y con la gente que de verdad sentía la pintura como yo.
No estuve ni tan siquiera un mes dibujando en mi bloc y ya realicé mi primer cuadro al óleo. Tenía doce años para trece. Recuerdo perfectamente que hice un pueblo con un camino y un árbol el cual  quedó muy bonito y mi propia madre quedó sorprendida, ya que para ser el primero no estaba nada mal. Bueno, ya sé que para las madres todo lo que hagan sus hijas está bien, pero de hecho, la profesora también lo dijo y me animaba a seguir. 
Así que aproximadamente hacía un cuadro por mes, algún mes lo combinaba por dibujo de escayola del natural a lápiz grueso con difumino para las sombras y extender bien el lápiz y goma de borrar para la luz, carboncillo y bodegones a sanguina, que es parecido al carboncillo pero de color marrón y más graso. 
Los cuadros posteriores gustaron mucho pero ya no fue la sorpresa del primero, aún así les gustaba que me entretuviera pintando y no lo hiciera del todo mal. Al cabo de 2 años el estudio se trasladó a un edificio nuevo en la carretera de la costa, que es su actual ubicación, y perdió parte de su encanto. Gente mayor...Estuve con Margón durante casi 3 años. Yo comencé a llevar mal los estudios por el tiempo que dedicaba a la pintura y en mi casa decidieron borrarme de las clases de pintura, algo que me pesó. Me apuntaron en 2º de B.U.P a clases particulares. Al final  saqué los estudios pero no volví a apuntarme de nuevo a clases hasta los 19 años, cuando estaba matriculada en la Facultad de Derecho. 
A veces pienso que debí matricularme en la Facultad de Bellas Artes pero la poca salida que ofrecía de un trabajo estable en el mundo laboral y el tener que marchar fuera de la provincia me hicieron retractarme de la idea. Empecé a estudiar Derecho pero me aburría el tener que pasar largas horas delante de unos libros que me parecían monótonos y aburridos, al tener que memorizar un montón de datos,. Yo pasaba largas horas en la biblioteca, absorta en sueños, escuchando música y el resto me dedicaba a leer novelas, a salir con los compañeros de facultad y por supuesto a pintar, sin olvidar ese espíritu bohemio que yo creo que existe en todos los artistas . 
El segundo estudio fue aún mejor que el anterior. Además yo ya no era una niña y sabía pintar, ya me consideraba artista. El estudio era más pequeño pero la gente se dedicaba a ello más de hecho, era todo gente joven que quería acceder a Bellas Artes, Arquitectura o se quería dedicar o dedicaba a la pintura profesionalmente. Las charlas eran exclusivamente sobre pintura y había un hilo musical de fondo de música clase relajante. Nunca olvidaré el gato negro que se paseaba entre nosotros y que en el invierno se acurrucaba entre las piernas. Iba a clase, esta vez 2 días por semana, lunes y viernes, 2 horas cada día. Aprendí las técnicas de la perspectiva, a mejorar el trabajo del natural esta vez con color y no sólo carboncillo, a realizar nuevas técnicas como pintar al óleo sobre una tablilla a la que habíamos adherido arena de la playa para crear efecto de relieve. También a desarrollar la imaginación y a elegir cada tema de mis cuadros libremente no limitándome a la mera copia. Aprendí mucho.
Yo siempre me quejaba de la carrera a mi profesor, pero seguía matriculándome. Pensé dejar Derecho y matricularme en Artes y Oficios, pero no me decidí porque no era una carrera universitaria y yo lo que quería era que se considerara como tal. 
Seguí matriculada y en abril de 1998 decidí presentar un cuadro en El Antiguo Instituto que fue seleccionado para ser expuesto junto a otros 2 compañeros de mi academia, mi tía y mucha más gente. Ese día me sentí orgullosa del esfuerzo y tiempo invertido. Con la llegada del verano las clases se reducían y al comienzo del siguiente curso dejé la academia de pintura ya que tenía otro horario en la facultad y no podía compaginarlo. Fue una pena. 
De todos modos no acabé de abandonar la pintura del todo y con 23 años comencé clases con Martina Santamarta en el Centro Municipal de la Arena pero sólo un día por semana, finalizando ya los cuadros en mi casa y avanzando así. La forma de ver la pintura de Martina era diametralmente opuesta a la de José María Ramos y tuve que modificar mi paleta de colores, de colores fríos pasé a colores cálidos. Una pintura más luminosa aunque menos innovadora. Así realicé entonces otra exposición colectiva  en el Centro Municipal de la Arena, que me propuso mi profesora y participé con el número uno. Coincidí con compañeros de la clase actual y con mi primera profesora y compañeros de mi segundo profesor.  Hubo una presentación con cava y pinchos y asistió Televisión Local de Gijón. Al finalizar nos dieron un pequeño diploma. Ese día también fue bonito. Posteriormente se trasladó el lugar de las clases que me daba Martina a una tienda de marcos y molduras, y el ruido y las charlas me impedían concentrarme por lo que decidí definitivamente abandonar las clases de pintura y dedicarme a ello sólo por mi cuenta.

Decidí realizar una exposición en el Centro Municipal El Coto, solicitando la sala que me dieron junto a otra artista en el mes de agosto de 2001. Esta fue mi mejor exposición y llevé 10 de mis mejores y últimos cuadros que  gustaron mucho a la organización y me hicieron una pequeña entrevista y una foto los del periódico El Comercio. Excursiones por Asturias de fotografías del  natural.
En total he realizado un total de 72 cuadros a lo largo de 7 años. He regalado varios a amigos, familiares y obras de caridad, como el rastrillo de los Capuchinos. Mi primer cuadro tiene para mí un valor especial y creo que nunca lo regalaré ni venderé. 
Ahora estoy de nuevo con mi primera profesora, María Jesús Margón, buscando nuevas ideas y nuevas técnicas. Os animo a no abandonar vuestros sueños, son aliciente importante en vida. Buscar vuestra afición, es necesario un aliciente en la vida y dedicarse a algo con  verdadero amor y entrega".